jueves, 30 de diciembre de 2010

Los libros del 2010... y los que vienen


Manuel Ureste / Vivir para Contarlo

Yo no sé ustedes. Pero a mí me encanta echarle de vez en cuando un vistazo a mis libros. A esa minúscula biblioteca que en realidad no es más que una humilde estantería adornada con algunas historias y una réplica en miniatura de la Torre Eiffel que mi cuñada me trajo de París. Pero me gusta observarlos, como les digo. Manosear sus tapas. Respirar el aroma que encierran entre capítulo y capítulo. Pasar de nuevo sus páginas lentamente recordando su esencia. Ver la fecha y el lugar donde nos embarcamos juntos hacia ese mar desconocido de cientos de páginas por descubrir y sentirlos de nuevo sobre mis manos para traer de vuelta aquellas largas noches de invierno, donde personajes como el intrépido Jonathan Harker, el borracho Hank Chinaksy, o el Maestro de Esgrima Jaime Astarloa me acompañaban bajo la luz tenue de una lamparita de mesa.

Pero vayamos al tema. A los libros.

Bien, lo cierto es que 'librísticamente' hablando –menudo palabro me acabo de sacar de la manga-, el 2010 ha sido un buen año. Es más, diría que ha sido un excelente año. Tal vez el mejor hasta ahora. Y es que por mi cómoda ha pasado casi de todo: desde clásicos del terror como Drácula, de Bram Stoker, o El retrato de Dorian Gray, de Oscar Wilde, a grandes obras del misterio como El Valle del Terror, del legendario autor escocés Arthur Conan Doyle, pasando además por reportajes de investigación como El Palestino, de Toni Salas, o hasta por ensayos de actualidad política como El Narco: la guerra fallida, de Jorge G. Castañeda.

Ahora bien, si este 2010 destacó por algo, fue por ser el año de la novela negra o de la novela de 'intriga' si lo prefieren. De hecho, que recuerde bien, he leído Malasuerte en Tijuana, primera obra del mexicano Hilario Peña –la trama y el estilo de redacción no pasarán seguramente a la historia de la Literatura, pero tiene un gran sentido del humor (me partí de la risa varias veces)-; las novelas del cartagenero Pérez-Reverte El Pintor de Batallas, La Tabla de Flandes, y El Maestro de Esgrima; la ya mencionada El Valle del Terror, de Conan Doyle, padre del detective por excelencia Sherlock Holmes; y la Trilogía de Nueva York, del norteamericano Paul Auster. Todas, en su estilo, me aportaron algo. Sin embargo, creo que destacaré Trilogía de Nueva York. Una novela de no-detectives realmente inquietante. De esas que la terminas y no sabes muy bien qué sensación te queda en la boca. Aunque, precisamente, ése es su encanto: que no es la típica novela de detectives. Para empezar, en la primera historia –Ciudad de Cristal, para mi gusto la más interesante- ni siquiera un detective la protagoniza. Se trata de un escritor –ya retirado- que tuvo cierto éxito hace años tras la publicación de un par de novelas y que una noche cualquiera recibe una inquietante llamada de un tipo adinerado con problemas mentales que le quiere encargar un caso confundiéndolo con un tal Paul Auster –nombre del autor de la obra-. Por supuesto, el escritor –Quinn- rechaza varias veces el trabajo… hasta que decide que no tiene nada mejor que hacer. Y acepta. Como les decía, una novela que merece mucho la pena leer donde, además de esta trama desconcertante –un auténtico juego de espejos-, Auster describe la ciudad de Nueva York -sus calles interminables, el Central Park y sus vagabundos, los barrios más oscuros, esas pensiones de mala muerte de unos pocos dólares la noche, los bares de meseras con la jarra de café en la mano, hamburguesas grasientas que prepara un tal Joe y conversaciones sobre el último partido de los Mets- con gran maestría. Totalmente recomendada.

En cuanto a mi 'primo' cartagenero Arturo Pérez-Reverte –como ya sabrán los cuatro lectores de este blog es uno de mis autores predilectos, de hecho el año pasado elegí La Reina del Sur como la obra del año en VPC-, destacaré Cuando éramos honrados mercenarios. Su última compilación de artículos publicados entre los años 2005 y 2009 en la revista dominical XL Semanal. Y bueno, qué puedo decir. Que para mi gusto, los artículos del cartagenero son excelentes. Por su estilo y, sobre todo, por su crítica mordaz generalmente dirigida a la clase política de esa 'puta España pasmo de Europa y líder de Occidente', mezclada con un sarcasmo muchas veces humorístico pero con un fondo corrosivo (casi destructivo). Sin embargo, no sólo hay crítica hacia esos 'gilipollas y gilipollos' que tanto juego le dan cada domingo. Entre las más de seiscientas páginas del libro también hay espacio para el recuerdo nostálgico de aquella España que pudo ser y nunca fue, anécdotas cotidianas del escritor en sus paseos por la vieja Madrid o en el 'Bar de Lola', historietas de sus tiempos como corresponsal por la antigua Yugoslavia, reflexiones sobre la Mar y de aquellos lejanos días en los que los marineros bebían vino en la taberna (a diferencia de los Zaplana de polo rosa Ralph Lauren y moreno de Ibiza de hoy día), recomendaciones sobre este u otro libro o sobre esta o aquella película… En definitiva, una obra excelente y clara favorita para ser el libro del 2010 en VPC… pero no nos adelantemos.

Porque aún no hemos hablado del señor Conde Drácula, el Príncipe de las Tinieblas protagonista de la obra de terror por excelencia de Bram Stoker. Sin duda, una de las novelas que más me ha marcado en este año que está por terminar y a la que estuve permanentemente enganchado –como si el misterioso y diabólico Conde hubiera ejercido (tal y como hace con las criaturas de la noche) su poder hipnótico en mis pupilas sedientas de más y más páginas- noche tras noche. Además, el post que dedicamos a esta novela –'Drácula merecía otro final'- es el segundo más visto en este 2010 por los seguidores de Vivir para Contarlo –por cierto, el que dedicamos a La Reina del Sur en junio de 2009, es el post más visto del blog desde su creación en julio de 2008-. Así que, sin riesgo a equivocarme –no lo haría con Pérez-Reverte, ya que es un autor que genera muchos sentimientos encontrados: o te fascina, o lo odias-, recomiendo este clásico de la Literatura de Terror que es obligado en cualquier biblioteca.

Y hablando de vampiros, no está nada mal la llamada Trilogía de la Oscuridad, del genial Guillermo del Toro y del estadounidense Chuck Hogan. Entre julio y agosto, casi del tirón, leí Nocturna y hace un mes terminé Oscura, la segunda parte de la serie cuya tercera y definitiva entrega está por ver la luz. En cuanto al argumento, éste es claramente comercial –El Amo sale de entre las tinieblas para, a través de un poderoso virus, propagar una nueva raza de vampiros sobre La Tierra- pero está escrita con un estilo francamente adictivo y muy bien construida –el comienzo de la historia, cuando un enigmático avión aterriza con cientos de cadáveres a bordo, es de lo mejor-. En fin, no es Drácula, pero tampoco Crepúsculo. Léanla.

Y tampoco podemos olvidarnos de los grandes maestros que como Saramago, Benedetti o Bukowski volvieron a pasar por mi buró. Del maestro portugués leí Caín, su última novela, del uruguayo La Tregua –con esta obra tenía una cuenta pendiente desde hace años, pero al fin la terminé-, y de Bukowski, después de la gran sorpresa que fue para mí Pulp, leí Factotum, novela en la que Hank Chinaski cuenta sus peripecias entre copas, mujerzuelas, trabajos basura y más copas. Otra obra maestra –para el 2011 planeo leer Cartero-.

Sin embargo, en el 2010 también hubo alguna que otra decepción. O decepciones. Es el caso de la novela Adán en Edén, del mexicano Carlos Fuentes. Primera obra, por cierto, que leí este año. En esta ocasión Fuentes nos trae una 'novela periodística' donde habla de capos de la droga, corrupción, violencia y demás etcétera. Todo pintaba de maravilla con esos ingredientes. No obstante, nunca conecté con la trama. Pasaban las páginas y sus personajes inmersos en revoluciones violentas, luchas por el poder y demagogias mareaban tanto la perdiz que jamás me introduje en la historia. Demasiada mezcla de realidad y ficción y viceversa para mi gusto. Acabas mareado.

Otra novela, también de Carlos Fuentes, que me dejó un mal sabor de boca –de hecho, me costó mucho terminarla- fue La Frontera de Cristal. Una obra compuesta de varias historias diferentes que tienen como punto común la frontera entre México y los Estados Unidos de América. Debido a que esta temática me interesa mucho –también leí El Muro de la Vergüenza, de Miguel Escobar Valdez, buen trabajo aunque me dio la impresión de que, en realidad, es una compilación de datos sacados de estadísticas, estudios académicos, etc., y que por el contrario hay pocos testimonios directos de la barbarie que padecen los indocumentados en su largo camino hacia la frontera Norte- decidí leerlo. Pero me aburrió bastante. Este año, a diferencia del 2009 cuando leí La voluntad y la Fortuna y la excelente Aura, no fue el año de Fuentes. Al menos, no para mí. Y eso que su estilo me encanta. Tal vez, simplemente no conecté con estos dos títulos. Pero ya tengo La Silla del Águila en lista de espera.

En definitiva, como les decía al principio con ese palabro sacado de la manga, 'librísiticamente' el 2010 fue un año bueno. Excelente. Tanto, que me cuesta mucho elegir un libro de entre los veintitantos que pasaron por mis manos. De todos recordaré siempre algo –incluso de los no mencionados como Fiesta en la Madriguera, primera y más que prometedora novela del mexicano Juan Pablo Villalobos, en la que se nos presenta el mundo del 'narco' a través de los ojos, no tan inocentes, de un niño hijo de un capo de la droga. O el clásico La Isla del Tesoro, de Stevenson, con la que pasé hermosas noches imaginándome en la taberna del Almirante Bembow tomando unos rones con el pirata Billy Bones y compañía-. Sin embargo, elegiré uno. Aunque me duela. Y lo elegiré por todas esas horas que me hizo reír a lágrima suelta en mi almohada, por esas reflexiones nostálgicas de ese tiempo pasado que, tal vez, no siempre fue mejor, y por aquellas historietas del 'Bar de Lola' tan del espíritu de Vivir para Contarlo. Sí, el libro del año 2010 para este blog es Cuando éramos honrados mercenarios, de Arturo Pérez-Reverte.

Y poco más que añadir. Diré que para el 2011, que ya está a la vuelta de la esquina, espero ampliar aún más esa humilde biblioteca adornada con unos pocos títulos y la Torre Eiffel de París que me trajo mi cuñada Claudia. Seguramente, llegarán nuevos maestros como el Nobel Mario Vargas Llosa –recién acabo Los Jefes-, Kapuscinski, Graham Greene –leeré Nuestro hombre en La Habana-, William Faulkner y algún que otro clásico como Los viajes de Marco Polo, novela que acabo de adquirir en su edición de 1964 en una de esas ferias ambulantes que aparecen y desaparecen por el DF. Pero eso, ya será otra historia por contar. Una historia que, junto a esos entrañables personajes de almohada, escribiremos en este blog noche tras noche. Página tras página.

Feliz año nuevo 2011.

Vivir para Contarlo


Los libros del 2010

Adán en Edén, Carlos Fuentes

La Fontera de Cristal, Carlos Fuentes

Caín, José Saramago

Nocturna, Guillermo del Toro/Chuck Hogan

Oscura, Guillermo del Toro/Chuck Hogan

La Tabla de Flandes, Arturo Pérez-Reverte

El Maestro de Esgrima, Arturo Pérez-Reverte

El Pintor de Batallas, Arturo Pérez-Reverte

Cuando éramos honrados mercenarios, Arturo Pérez-Reverte

La Tregua, Mario Benedetti

El Valle del Terror, Arthur Conan Doyle

Factotum, Charles Bukowski

El Palestino, Antonio Salas

La Isla del Tesoro, Stevenson

Drácula, Bram Stoker

El retrato de Dorian Gray, Oscar Wilde

Temporada de Zopilotes, Paco Ignacio Taibo II

Zapata, Ángel Palou

El Narco: la guerra fallida, Jorge G. Castañeda

Fiesta en la madriguera, Juan Pablo Villalobos

Trilogía de Nueva York, Paul Auster

Malasuerte en Tijuana, Hilario Peña

El Muro de la Vergüenza, Miguel Escobar Valdez

Historias desconocidas del Bicentenario y la Revolución, Trino

Bitácora Sentimental, Othón Arróniz

Los Jefes, Mario Vargas Llosa


lunes, 13 de diciembre de 2010

Los invisibles


"Solo voy con mi pena
Sola va mi condena
Correr es mi destino
Para burlar la ley
Perdido en el corazón
De la grande 'babylón'
Me dicen el clandestino
Por no llevar papel"
Manu Chao, 'Clandestino'


Pues sí, oye. Cómo pasa el tiempo. Ya se fueron más de dos años como el que no quiere la cosa. Dos largas y cálidas primaveras desde que visité La Patrona, en el municipio veracruzano de Amatlán de los Reyes. Lugar al que, como alguna vez he comentado desde esta ventana, le tengo especial estima y donde cubrí uno de mis primeros reportajes como periodista en México acerca de los indocumentados centroamericanos que van rumbo a los Estados Unidos de América. La tierra, dicen, de las oportunidades.

Y como les decía, el tiempo no espera. Hace más de veinticuatro meses, unos setecientos y pico días, desde aquel entonces. Sin embargo, les confieso que de vez en cuando me da por tirar la vista para atrás y recuerdo aquella tarde de un caluroso mes de julio como algo muy especial. Como una experiencia que, dejando la grabadora y la cámara a un lado, me 'tocó' como persona. Tanto, que todavía hoy le sigo echando un vistazo a aquellas fotos que tomé en compañía de mi buena amiga Denise Luna del Rivero y me pregunto qué habrá sido de ellos; qué suerte correrían aquellas caras cansadas, pero sonrientes, que aún miran al objetivo de mi cámara con sus polos falsos de Ralph Lauren –con las siglas U.S.A. bordadas- y alzan la mano en señal de victoria. ¿Alcanzarían su destino? ¿Harían realidad el sueño americano?

Pues quién sabe, me digo. Quién sabe.

Sin embargo, vamos a ser sinceros: lo más probable es que muchos se quedaran en el camino, engrosando las estadísticas más nefastas de la Border Patrol de Arizona, deshidratados, con la lengua acartonada chupando hasta las piedras y el galón de agua vacío sobre la ardiente arena del implacable desierto de Sonora, mientras el 'pollero' de turno decide por su cuenta seguir adelante –"aquí no se espera a nadie"- con los pesos del muertito a buen recaudo.

O vaya usted a saber.

Tal vez algunos de esos hombres que en estos momentos me miran con esperanza desde la fría pantalla de mi computadora, murieron al caer –si es que no los tiraron- del ferrocarril. Degollados, chas, chas. Sin tiempo de decir ni mú y abandonados sobre las vías, como perros. O ya, si nos ponemos en plan dramático, puede que muchos otros terminaran sus días víctimas de la tortura de los múltiples grupos criminales que se disputan el 'negocio' de la trata de personas procedentes de Centroamérica, mientras las autoridades (dicen que) policiales cobran su 'mordida' y miran para otro lado. Fiu. Fiu.

Pero está bien. Seamos optimistas, pues.

Pensemos por un momento que sí, que la libraron. Y que quizá 'solo' fueron deportados en la frontera este de México, allá entre Reynosa y McAllen, en San Antonio, Texas, por donde cruza el famoso Río Bravo. O que tal vez lo intentaron por el lado oeste. Pasando primero por Tijuana y burlando a 'la migra' hasta llegar a San Clemente, California, –donde cuenta el famoso corrido de Los Tigres del Norte que Camelia la Texana y un tal Emilio Varela llegaron con las llantas del carro repletas de 'yerba mala'-. Y, a lo mejor, después de que fueran 'cachados' todo quedó en un simple warning; es decir, en una seria advertencia, muy educada eso sí, y siempre respetando los derechos humanos del indocumentado –nice try mister mexican… but por favour amigou, don´t go back again!-, y unas palmaditas maternales en las pompis. Plas, plas, you bad boy!

O imagínese. Tal vez algunos lo lograran y estén a estas horas ganando buenos dólares en las fábricas de Nueva York; o labrando las tierras de Wisconsin; o chambeando de barman con pintas modernas en Los Ángeles; o a lo mejor hasta de relaciones públicas guaperas en una discoteca de Miami Beach, sacándole plática a las güeritas de ojo azul en 'spanglish' mientras se llena el bolsillo de buenas propinas con la cara del tío George. ¿Qué tal? O, incluso, quién no te dice que algunos de esos chavos que captó mi cámara con sus playeras chafa del Manchester United y el Barça, rotas y llenas de mierda, no 'la están haciendo' en Hollywood. ¿Eh? Con la Longoria y la Jennifer López, tú. Dando paseos en su carro último modelo por Beverly Hills, 90210, mientras le mete mano a Paris Hilton en el semáforo de la esquina. El tío chingón.

Sin embargo… tal vez todo esto sea mucho decir. O imaginar. Porque lo cierto es que no sabemos qué habrá sido del destino de cada una de aquellas personas que un caluroso día de julio abarrotaban un ferrocarril a su paso por La Patrona clamando, "¡por el amor de Dios!", ayuda a gritos.

Sí, puede que 'la hicieran'. O, como ya hemos planteado, hay muchas posibilidades –con múltiples variantes, a cuál de ellas más escalofriante- de que no fuera así. Aunque…, a fin de cuentas, dígame una cosa: ¿a quién le importa?

A (casi) nadie.

Será porque esos trenes pasan a diario y ya no nos 'toca'; no nos 'mueve el piso'. Es que nos acostumbramos a la barbarie, alegamos. Al disparate. A convivir con balaceras en centros comerciales y a compadrear con la violencia y los violentos. La normalización del drama, dicen. Como cuando hace unos años en el metro de Barcelona un gilipollas le soltó una patada en la boca a una chica sudamericana sin ningún motivo. Así nomás. Placa, placa. Por mis lereles, oye. Mientras el resto del vagón –la agresión fue grabada por la cámara del convoy- miraba la escena con cara de a mí que me registren. Yo, ni vela tengo en el entierro.

Sí, la normalización del drama, exponen los entendidos. O nos la refanfinfla, si lo prefieren. Ya saben, que bastante tengo yo con lo que tengo encima y todas esas cosas. Por eso preferimos cambiar el canal, o pasar la página del periódico para buscar la última polémica sobre si la 'espaldinha' de Cristiano Ronaldo contra el Atleti procedía o no, y así luego tener algo de qué hablar con los amigos en el Bar de la esquina. Y oiga, si en Irak se caen a tiros, pues allá ellos. A mí qué me estás contando, chaval. Que no hubieran empezado.

Y así pasa con los 'ilegales', por ejemplo. No nos vayamos a Islamabad. Ni a Pyongyang. Ni a Kuala Lumpur. Porque de lo que este artículo habla está sucediendo en las vías del tren. Puede que incluso al lado de su casa. Donde la rutina del paso diario de cientos de ferrocarriles cargados de personas que buscan un futuro menos incierto los ha convertido en eso, rutina. En algo monótono y de lo más cotidiano. Como el que oye llover, vamos. Como si ya formaran parte del paisaje urbano de las ciudades que van atravesando rumbo al Norte, donde nadie voltea para verlos porque, aseguran, ya se acostumbraron. O porque como diría el redactor jefe de turno encogiéndose de hombros: " ya no son noticia".

Y es cierto: los indocumentados dejaron de ser novedad hace tiempo. Sus reportajes pasaron de moda hasta nuevo aviso, o hasta que un tren descarrile provocando una gran catástrofe. O al menos hasta que los criminales organizados y desorganizados inventen una nueva y revolucionaria forma de hacer la vida imposible –nunca mejor dicho- a estos sujetos mitad humanos, mitad mercancías. Mientras tanto, no son novedad para los titulares. Ya no existen. Ahora son solo un rumor. Un eco. Un lejano murmullo en la noche fría, "callada y constelada".

Por eso ya nadie los mira. Nadie los ve.

Son invisibles.

****

Puedes ver las fotografías de este artículo en http://nomadas.abc.es/galeria-de-fotos/vamos-pal-norte/, la red social de fotografía del diario ABC (España), donde participo con mi galería 'Vamos pal Norte'.

Además, os dejo el video en el que colaboré con mi buena amiga y compañera Denise Luna del Rivero.



Pd: si queréis leer el reportaje original que fue publicado en diario El Mundo de Córdoba, escribir en el buscador del blog 'Diarios de un Vocho: la Patrona, la esperanza'.

lunes, 22 de noviembre de 2010

Fotografía: Desfile de la Revolución (2ª y última parte)

Como anuncié hace un par de días, os dejo la segunda parte de la exposición fotográfica sobre el Desfile de la Revolución, el cual tuvo lugar el pasado domingo en el Distrito Federal. A ver qué os parece. Por cierto, comentaros que 'Vivir para Contarlo' participa desde el sábado pasado en 'Nómadas', la red social de fotografía del diario ABC (España). La primera exposición que presento se llama 'Retratos de la lucha campesina', y parece que, al menos por ahora, está teniendo una buena crítica. Esta es la dirección (por si gustáis echarle un vistazo y apoyar de paso mi exposición -las que más votos tengan serán elegidas como galería de la semana y optarán a publicar en la edición impresa de ABC-): http://nomadas.abc.es/

VPC



****

****


****


****


****


****


****


****


****


****


****


****


****


****


****


****


****


****


Fotografías por:
Manu VPC
www.flickr.com/photos/manuvpc

y ahora también en:
http://nomadas.abc.es/




sábado, 20 de noviembre de 2010

Fotografía: desfile de la Revolución

Este 20 de Noviembre México celebró el centenario de la Revolución Mexicana; y lo hizo con varios eventos conmemorativos y un gran desfile por el paseo de la Reforma francamente bonito para la vista: charros a caballo, adelitas, zapatistas de sombrero ancho venidos desde el sur, don Porfirio Díaz, soldados bigotones a lo Pancho Villa llegados del norte, así como vivas a México y a la Revolución pusieron el color a un día muy especial para esta nación, que hoy recuerda el alzamiento del pueblo contra la injusticia y la opresión de la dictadura. Espero os gusten las fotografías. En breve pondré la segunda parte. ¡Viva la Revolución!

****


****


****


****


****


****


****


****



Fotografías,
por Manu VPC

www.flickr.com/photos/manuvpc

jueves, 11 de noviembre de 2010

Café en La Cibeles



"Madrid, Madrid, Madrid...
en México se piensa tanto en ti"

Caray, qué cosas oye. Nunca se me había ocurrido escribir un artículo sobre Madrid, ese "pedazo de España" en la que yo no nací –soy madridista, mas no madrileño.- Y menos, estando a más de once horas de vuelo del Internacional de Barajas. Pero en fin, supongo que es lo que tiene esto de vivir en Ciudad de México: que hay días de esos que te levantas con el recuerdo del "sabor de las verbenas y de tantas cosas buenas", que diría el chotis del Flaco de Oro y Lolita Flores, que a veces no sabes muy bien si vas esquivando a ejecutivos con sus maletines y olor a perfume caro por el paseo capitalino de Reforma, o si vas caminando con los auriculares pegados a las orejas por la Gran Vía madrileña.

Les cuento.

En este momento en el que les escribo, estoy en los límites de la Zona Rosa y la Colonia Roma, sentado en la terracita de la cafetería 'El Jolgorio'. En una silla de mimbre y una mesita de plástico -que jura es madera de la buena-, con el diario a medio leer abierto por la sección nacional, un expreso cortado, un camarero impertinente, y una música francamente molesta de guitarra eléctrica y voz rasgada de ultratumba que desentona a más no poder con los pajarillos cantando, la fuentecita echando agua limpia a borbotones, y la pareja de viejecitos tomados de la mano que tira migas de pan a las palomas.

Para más señas diré que es la hora del café y el cuernito con filadelfia. Sin embargo, la terracita donde una placa y un ramo de flores recuerda "al muy preclaro y amado Carlos Monsiváis" aún está vacía. O bueno, casi vacía. Porque estoy yo, escribiendo pensamientos en mi nueva libreta de color rojo y sin cuadrículas, y unas mesas más allá hay otro señor. El cual, según mis apuntes manuscritos, debe haber superado tranquilamente la barrera de los cincuenta; usa lentes sofisticadas de montura transparente; no lleva anillo de casado; corta su pelo gris con disciplina marcial -rapado de abajo y más largo de arriba-; y viste saco azul marino, camisa blanca, corbata de cuadritos, y unos pantalones grises de dudoso gusto. Además, ya que le interesa el chisme, añadiré que en este mismo instante el tipo está hojeando la sección deportiva del diario Reforma. Pasa las páginas con desgana y de vez en cuando se ajusta las gafas para echarle un vistazo con descaro a las piernas de una señora que lleva un buen rato paseándose por la zona con su perro finísimo 'de marca' debajo del sobaco. Ahora sonríe con picardía y vuelve en silencio a su lectura rápida de fotos a seis columnas, mientras a su alrededor comienzan a caer las primeras hojas del otoño que recién llegó.

Lentamente, la mañana va pasando. Y el puto autobús rojo con el Ángel de la Independencia serigrafiado sobre un fondo rojo con una veintena de chinitos a cuestas no se larga. Trueno la boca. Mmmta madre. El ruido del motor requemando carburante por un tubo no me deja concentrarme en lo que estoy leyendo –un artículo sobre las presuntas conversaciones telefónicas entre un diputado y un capo de la droga-. Y la música heavy que el mesero se ha empeñado que me trague de buena mañana con papas y su correspondiente guarnición, tampoco.

Pero la propaganda psicológica de mis miradas pronto dan su merecida recompensa: del rock metal de los Ángeles del Infierno hemos pasado a Compay Segundo y su 'chan, chan' -chico ya tu sabes-. Bueno, me digo. No es Agustín Lara, pero algo es algo. Sonrío aliviado intentando completar mi lectura, cuando en esas los astros terminan de alinearse y el chofer del autobús toma la decisión de meter la primera velocidad con suavidad. Luego, va soltando el embrague despacito, sube las revoluciones del motor, acelera –brum, brum-, y el Ángel de la Independencia dice adiós muy buenas y empieza a moverse del lugar dejando tras de sí otra imagen caída del mismo cielo: la Cibeles. Diosa de Madrid.

Y efectivamente, allí estaba –áiba la ostia, exclamé-. En la defeña 'Plaza Villa de Madrid'. Majestuosa e imperturbable. Viendo pasar el tiempo, como la Puerta de Alcalá. Solo que ésta, con su carrito y sus fieros leones rugiendo y todo, se encuentra a más de diez mil kilómetros de distancia de Recoletos. Portugal y vasto océano de por medio incluidos.

Pues qué cosas, ¿no? –pensé en voz alta-. Ahora va a ser que México y España, con resquemores 'gachupinescos' de nuevo y viejo Mundo, y rollos del Bicentenario aparte, se parecen más de lo que había imaginado. Y entonces juro que, justo cuando empezaba a escribir en el cuaderno rojo sin cuadrículas las similitudes que, a mi juicio, hay entre ambas ciudades 'capitalinas' –el parque del Retiro y el bosque de Chapultepec; la Gran Vía y Reforma; la Cibeles de aquí y la Cibeles de allá…-, el tipo del que les hablaba que estaba a unas mesas de distancia de la mía, volvió a alzar la mirada, sonrió de medio lado, cerró el periódico, se ajustó los lentes, carraspeó la garganta, y , quedándose el tío más ancho que largo, le soltó a la señora del perro un piropo retrechero, "más castizo que la calle de Alcalá". Joder.

Fotos: ManuVPC

Pd: Os dejo con el chotis 'Madrid, Madrid, Madrid', uno de los himnos más populares de España a cargo del grandísimo compositor veracruzano Agustín Lara 'El flaco de oro' y de la no menos grande Lola Flores. El tema, compuesto por Lara, formó parte de la película 'La Faraona', la cual precisamente le dio ese sobrenombre a la ya fallecida folclórica Lola Flores. Por cierto, me hizo gracia -y al mismo tiempo me hizo reflexionar- un comentario que leí en Youtube a raíz de este video. Lo hizo además un catalán que vive en la Ciudad de México: "¿por qué chingaos ya nadie hace música así? Ahora todos queremos ser emos, canis o barbis". Y sí, es cierto. Ahora no hay más que poner la MTV cinco minutos para ver cuánto gilipuertas cantamañanas hay por ahí suelto cobrando millonadas ¿cantando? cuatro chorradas.
En fin, disfruten el video. Porque como dice 'La Faraona', "es canela fina".

lunes, 8 de noviembre de 2010

Sucedió en Coyoacán (4ª y última parte)

****

- Mijo, y ora por qué esa cara?-, preguntó el viejo a boca jarro. Poniéndome caras y encorvando exageradamente la espalda imitando mi caminar.

- ¿Perdone?-, contesté.

- Dije que por qué tan triste. Por qué esa cara de cordero camino al matadero-, volvió a repetir, dando unos pasos hacia mí arrastrando los pies e insistiendo en dejarme en ridículo en medio del mercado.

Me puse de inmediato a la defensiva. Crucé los brazos, le retiré la mirada y me mordí la lengua maldiciendo a todos los santos en silencio por consideración a sus canas.

- No sé de qué me habla señor, si me disculpa...

- ¿Qué edad tienes?

- ¿Cómo dice? Oiga yo...

- Te pregunté que... qué... edad... tienes. ¿Si oyes bien, mijo?

- Sí señor. Le oigo estupendamente. Tengo 28 años, ahora si me disculpa quisiera seguir con mi camino... -contesté. Sin embargo, el viejo soltó una tremenda carcajada antes de que pudiera añadir algo a los puntos suspensivos que flotaban en el tenso ambiente. Una exagerada y sonora carcajada que hizo que a unos pocos pasos de nosotros la señora del mandil azul claro lleno de mierda y pañuelo anudado a la cabeza que despachaba a una pareja de ancianos un cuarto de kilo de cebolla blanca nos mirara por el rabillo del ojo y cuchicheara algo entre dientes-.

- Perdona mijo, ¿has dicho 28 años?-, insistió en el asunto, abriendo los ojos como platos y endureciendo el gesto del rostro.

- Sí señor, he dicho 28.

El viejo volvió a reír exageradamente y se sacó del bolsillo del pantalón de raya diplomática un pañuelo blanco de tela con unas iniciales bordadas en oro. Se lo pasó por la frente con parsimonia, tomándose su tiempo -tal vez para exigirse prudencia y paciencia-, lo dobló de nuevo con mucha calma mientras no dejaba de apuntarme con la mirada y se lo guardó en el bolsillo.

- ¿Sabes? –contestó al fin-. Es gracioso. Yo acabo de cumplir 85 años. Voy de camino a los noventa, ¿cómo ves?

- Señor, mire. No quiero parecer grosero, pero la verdad es que yo… -intenté argumentar. Otra vez sin éxito-.

- Voy de camino a los noventa, mijo. ¡Y mírame! ¡Estoy fuerte como un toro! –gritó tocándose los bíceps y poniéndose recto como un recluta en su primer día ante su sargento de infantería-. ¡Soy duro como el roble! Y pienso vivir hasta que Diosito me diga que pa’rriba voy. En cambio tú… Dime, ¿tú qué piensas hacer al respecto?

No supe qué contestar a su pregunta. Guardé silencio.

- Ahora dime. ¿Por qué la tristeza?

- Estoy preocupado –balbuceé al fin con la cabeza gacha en algo parecido a un argumento-. No encuentro trabajo.

- Vaya… -suspiró, relajando por primera vez la expresión del rostro y llevándose la mano derecha a la barbilla en un gesto pensativo-. Sí, no corren buenos tiempos para la chamba. La crisis, o eso dicen esos pendejos del Congreso.

- Pues sí –asentí con la cabeza-. Eso dicen.

- Pero, ¡eso no es excusa! –volvió a ponerse en guardia-. Si algo te preocupa, tendrás que hacer algo para solucionarlo, ¿no? ¿O es mejor andar llorando por las esquinas?. Mira güero, eres joven y estás sano. Pero para andar con una hembra así –apuntó con la cabeza en un gesto pícaro a una mujer hermosa, alta, morena, de ojos tapatíos que por allí pasaba- se necesita otra actitud. ¿Si me entiendes? Se necesita ponerle güevos al asunto. ¡Güevos! –sentenció poniendo las palmas de las manos hacia arriba y los dedos ligeramente flexionados hacia adentro-.

- Creo que le entendiendo –contesté bajando la mirada, sinceramente abatido por la regañiza que me estaba poniendo el viejo delante de extraños. Sin embargo, ya no maldije. No sentía rencor por aquellas palabras recriminando mi actitud de esa mañana. En el fondo, me parecía estar oyendo a mi padre recordándome las claves para afrontar la vida sin su escudo-. Sí, tiene razón –admití-. Tiene usted toda la razón.

El viejo entornó la mirada y sonrió.

- ¡Pos órale mijo!, ya póngase a lo que está y disfrute. Porque le aseguro que lo demás... –hizo una leve pausa-. Lo demás todo llega. Se lo digo yo.

Tras concluir la frase, ambos nos quedamos mirando en silencio sin saber muy bien qué añadir. Al fin, me soltó del brazo y puso su mano en mi hombro. Pues bien, es hora de seguir cada quien con su camino, parecía decirme. Así que, sin darme tiempo a darle las gracias, me miró fijamente por última vez con un gesto triste en el rostro, y comenzó a caminar hasta confundirse a lo lejos entre los puestos de aguacate y flores marchitas. Dejando a su paso un nostálgico aroma a lavanda, con un elegante toque de madera.


sábado, 6 de noviembre de 2010

¡Viva la Revolución!



Noviembre es el mes de la Revolución mexicana. Y por tal motivo, Vivir para Contarlo dedica su imagen (con el general Villa y el legendario Zapata a la cabeza) a uno de los acontecimientos de mayor calado histórico en la historia de este país.
Por ello -si la economía no lo impide-, está previsto un viaje para la próxima semana a San Miguel de Anenecuilco (Ayala, estado de Morelos), pueblo natal de Emiliano Zapata, así como a Cuautla, primera ciudad tomada por las fuerzas revolucionarias y lugar donde se puede visitar la antigua estación de ferrocarril que sirviera de cuartel zapatista, la máquina 279 que era utilizada durante la época de la Revolución, y el monumento donde descansan los restos mortales del llamado 'Caudillo del Sur'.
Además, tanto en este blog como en Flickr, llevaremos a cabo una exposición fotográfica sobre la Revolución y sus mitos. Espero que resulte de vuestro interés. ¡Que viva la revolución!


Para ver la exposición fotográfica:
www.flickr.com/photos/manuvpc

jueves, 4 de noviembre de 2010

Sucedió en Coyoacán (3ª parte)


El griterío era descomunal. Y no era para menos: cientos de vendedores se agolpaban sobre los nuevos clientes que iban llegando, pegándose codazos y apareciendo hasta debajo de los chiles xalapeños para preguntar amablemente si no gustaba una quesadilla en quince pesitos, o ándele pues jovenazo, treinta ya con el chesco incluído. ¿Cómo la ve?
Poco a poco, y con diplomacia –no gracias, híjole no llevo cambio, ahí pá la próxima-, me fuí abriendo paso por aquel recinto de los tiempos de Francisco I. Madero, Venustiano Carranza y compañía. Los pasillos estaban repletos de cabezas de cerdo cortadas, con los ojos en cruz y con la lengua fuera, hígados de res en fuentes de aluminio, jaibas frescas traídas desde Veracruz inundadas en hielo picado, y un olorcillo a tacos al pastor con piña y toda la cosa impregnando la atmósfera del local.

Ya con la bolsa de plástico llena de perejil, jitomate y manzanas golden, me dirigí a una carnicería que decoraba sus desgastadísimos azulejos con el escudo del América Club de Fútbol y un autógrafo de Cuauthémoc Blanco. Al llegar al puestecillo -"Con cariño para mis amigos de la carnicería Ayala, Cuau 10", decía la dedicatoria- me paré frente al mostrador donde había una antiquísima máquina registradora y espinazos de lo que un día fue una vaca. Llegó mi turno y encargué una bandeja de carne picada. El carnicero, cuchillo enorme de hoja afilada en mano, me la sirvió de inmediato, cortando el lomo ensangrentado en finas tiras y luego pasándolo –chas, chas chas- por una máquina de hacer picadillo. -Aquí tiene güerito, ¿algo más?-, preguntó el descuartizador ajustándose el guante de acero. Negué con la cabeza y pagué con un billete con la cara del héroe José María Morelos, me devolvió el cambio, y me di la vuelta. Entonces, allí estaba él. Mirándome inquisidor con sus ojos azules y una mueca extraña que no sabía muy bien qué era en su bigote recortado con disciplina. ¿Pero cómo te atreves? -me parecía decir-. Cómo chingaos te atreves.


****

Fotografía fuente de los Coyotes: Manu VPC
www.flickr.com/photos/manuvpc

lunes, 1 de noviembre de 2010

Fotografía: Día de Muertos

"El culto a la vida es también el culto a la muerte"
Octavio Paz


****



****


****



****


****


****

****


****


****

Visita el álbum de fotografías en:
www.flickr.com/photos/manuvpc

miércoles, 27 de octubre de 2010

Sucedió en Coyoacán (2ª parte)

****


"Escúchame, me dijo un anciano
enséñame, me dijo un marciano..."

Lírico,
Doble V


No había duda: su expresión era de indignación. De una descomunal y sincera indignación. Como si realmente al viejo le costara comprender lo que tenía ante sí -cómo te atreves, -parecía preguntar-. Cómo chingaos te atreves- y además se negara de plano a dar por válido argumento alguno del tipo no oiga, mire usté, es que yo...
Su mirada reflejaba un color azul intenso, y sus ojos eran rotundos a pesar de las arrugas que anidaban en su afilado rostro. Todo en él iba 'a juego': vestía una elegante camisa azul claro de marca gringa, con el cuello y los puños en color blanco que se arremangaba informalmente hasta los codos dejando ver unos brazos todavía fuertes; un reloj de acero inoxidable bien conservado; una elegante corbata italiana de nudo double windsord-; unos tirantes en azul marino sin estampados; pantalones de vestir estilo raya diplomática; y los zapatos negros y recién pulidos. Como Dios manda, por supuesto.

Probablemente, hacía alguna década que el viejo peinaba canas. Aunque más que canas, su pelo ya empezaba a amarillear como esos viejos periódicos que nadie quiere y pisotea por las calles mojadas. Sin embargo, conservaba intacta su vanidad de caballero: peinaba escrupulosamente su todavía abundante cabello con gel, estirándolo todo para atrás, como si fuera Robert de Niro interpretando a algún mafioso del Chicago de Al Capone y compañía, y a su paso dejaba tras de sí un inconfundible aroma a fragancia de loción after-shave y perfume de lavanda con un ligero toque a madera. Todo un baron Dandy.

Cómo se apareció frente a mí, nunca lo supe. Aquella mañana, tras analizarme frente al espejo y quejarme por las marcas de los fierros en mi maltrecha espalda -"Sólo el colchón conoce el peso de tus sueños", me recordaba el Ipod-, salí a las calles de Coyoacán decidido a poner rumbo a la Plaza de Abastos.

Eran las once de la mañana, más o menos. Sobre la mesa de la cocina había dejado la taza de café con el dibujo de la Torre Eiffel ya vacía y una noticia a medio leer sobre el último escándalo –travesti incluido- de los futbolistas de la selección mexicana tras el partido que jugaron en Monterrey contra Colombia. Agarré la tostada mordisqueada del plato para el camino, y empecé a caminar refugiado en las reflexiones que llegaban desde los auriculares a lo largo de la calle Aguayo hasta llegar al cruce con Xiconténcatl. Antes, todavía con las legañas, los pelos revueltos y el cuerpo para pocos fandangos, había salido a la calle casi en pijama a comprar el diario en el parque Hidalgo pasando por delante de la fuente de los Coyotes, donde el pesao del organillo seguía machacando al personal con el mismo puto mariachi de todos los días -'No vale nada la vida, la vida no vale nada...'-.

Giré a la derecha en Xicontecátl. Y luego me metí a la izquierda para caminar con la columna algo encorvada hasta la calle Ignacio Allende. En la acera de enfrente, junto a una cafetería estilo colonial aún sin clientes, una pareja de policías se dedicaba a pasear con las manos metidas en el chaleco antibalas, silbando y haciendo como si tal, mientras que a mi espalda el voceador del metro vociferando "¡Metro General Anaya! Súbale güero. Metro General Anaya, ¡súbaleeee!", ya era sólo un lejano rumor que se diluía como un sueño a punto de romperse al amanecer.

Estaba al final de Allende. En la esquina, el semáforo aún estaba en rojo para los peatones. Esperé paciente. Con las manos metidas en los bolsillos de los tejanos empecé a contar: uno, dos, tres, cuatro... Pero aún quedaban otros cuarenta y seis segundos para el go ahead y, extrañamente a esa hora, ningún coche atravesaba la avenida. Así que lo ignoré. Di una zancada al frente, y una vez del otro lado de la banqueta vi que un agente de tránsito me miraba desde su moto con cara de pocos cuates. "Pies, para qué os quiero", me dije. Aligeré el ritmo y tomé de nuevo a la derecha para encarar la bacheada calle París, la cual habría de llevarme hasta el mercado de abastos.

****


Foto 1, Parque Miguel Hidalgo
Foto 2, Catedral de Coyoacán

www.flickr.com/photos/manuvpc

jueves, 21 de octubre de 2010

Y las elegidas son...

Estimated amigos de VPC. Gracias por acudir al llamado de este blog para ayudarme a elegir las cinco fotos que deberían participar en el concurso que está llevando a cabo el diario Publimetro. La verdad es que no esperaba tanta participación, así que, una vez más, os reitero mi agradecimiento. Bueno, y ahora después de tanto rollo, aquí está el resultado final de vuestras votaciones. He de decir que ha estado bastante reñido y que, de hecho, ha habido un triple empate de votaciones para elegir cuál sería la primera foto ganadora. Por ello, decidí el orden en base al número de vistas que cada fotografía tenía en el Flickr para, finalmente, seleccionar una triunfadora. Este es el resultado:


1er. lugar,
con 9 votaciones (y 40 vistas en Flickr)


****
2º lugar,
con 9 votaciones (y 27 vistas en Flickr)



****
3er lugar,
con 9 votaciones (y 20 vistas)



****
4º lugar,
con 7 votos


****
5º lugar,
con seis votos


****

6º lugar,
empatadas a cinco votos





Gracias por vuestra ayuda!!!

Vivir para Contarlo
También en: http://www.flickr.com/photos/manuvpc