sábado, 18 de octubre de 2008

ESTO ES UN DERBY



Manuel Ureste / Súper Lunes Deportivo
Atlético Madrid y Real Madrid frente a frente, partido de máxima rivalidad y seguridad. Gol de Ruud ‘Panzer’ Van Nistelroy a los 34 segundos de partido -Leo Franco estaba aún colocándose bien las medias y la defensa colchonera buscando con quién cambiar la camiseta al final del partido-. Empata Simao Sabrosa de falta directa magistral en el último minuto -la grada estalla de alegría-, y Gonzalo ‘el Pipita’ Higuaín anota de penalty pasados seis minutos del tiempo extra dejando de paso al Vicente Calderón helado como un cementerio... Señores, para quien no lo sepa, esto es un derby.
Atlético de Madrid y Real Madrid, Cain y Abel -y viceversa-, son equipos ‘hermanos’ pero rivales a morir, que demostraron ayer por qué sus choques sobre el césped tienen un sabor especial más allá de la rivalidad histórica entre ambas aficiones.

"La tensión en los rojiblancos
era máxima, pero más lo era
aún para su maltratada afición"


Nueve años -ya para diez- hace que los del ‘vasco’ Aguirre no le ‘hincan el diente’ a los merengues en su propio estadio. Por ello, la tensión en los rojiblancos era máxima. Aunque más aún lo era para su afición, harta de soportar temporada tras temporada el ‘choteo’ de sus vecinos de enfrente en cualquier bar de pinchitos de tortilla con cebolla, anís del Mono, y cocido madrileño que se precie.

Y así van a seguir por el momento -ya veremos qué sucede a la vuelta en el Bernabéu-, ya que, incomprensiblemente, los Forlán, Agüero y compañía dieron desde el principio muchas facilidades al equipo de Bernd Schuster quien, por cierto, al terminar el encuentro afirmó que, de no ser por el árbitro, hubieran ganado 1 a 5.

Algo exagerado quizás el alemán, fiel siempre a su estilo ‘bravucón’ y polémico, aunque a tenor de lo visto en la primera parte todo hacía indicar que el resultado sería de escándalo.
Pero un Kun Agüero combativo -aunque poco efectivo-, y la buena actuación del extremo portugués Simao Sabrosa -que dejó ‘sentado’ en varias ocasiones a Sergio Ramos, algo muy poco habitual-, hicieron, junto a las dos expulsiones y los dos goles anulados al Madrid, que el derby alcanzara tintes épicos, de partidazo del año, con empate y desenlace incluido en el tiempo de descuento.
El sabor, claro está, fue dulce, muy dulce para los merengues, mientras que para los rojiblancos el fútbol vuelve a ser un deporte cruel e injusto con una afición que, como cada lunes desde hace nueve años, tendrá que volver a soportar a la hora del café y la caña de cerveza a su vecino de la Castellana diciendo el típico comentario ‘machacón’ de “este año, os volvimos a ganar”.






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